El asma es una enfermedad crónica que afecta a millones de individuos en todo el mundo, teniendo un impacto significativo en la calidad de vida de quienes la padecen.

El asma se caracteriza por ser una patología inflamatoria crónica que afecta a las vías respiratorias.

Se manifiesta mediante una hiperreactividad bronquial y una obstrucción variable del flujo aéreo, que puede ser total o parcialmente reversible, ya sea de forma espontánea o mediante medicación.

Se posiciona como una de las patologías crónicas más frecuentes a nivel mundial, y aunque su tasa de mortalidad es inferior a la de otras enfermedades crónicas, no se puede ignorar que en 2019 afectó a 262 millones de personas y causó 461000 muertes.

Esta mortalidad se asocia a factores como la infravaloración de la gravedad por parte del paciente, el mal control, tratamiento insuficiente con corticoides inhalados y un nivel socioeconómico bajo.

Es interesante señalar, que hasta un 52% de estos pacientes no son diagnosticados, y que un 60-70% no tienen un control adecuado de su enfermedad.

De ahí el interés de mantener el control de la enfermedad y de la utilización por parte del paciente del Pico flujo. 

La determinación diagnóstica se fundamenta en la identificación de síntomas y signos clave, así como en la verificación de una obstrucción variable del flujo aéreo.

No conocemos todas las cosas que pueden causar el asma, pero sí sabemos que se han vinculado a factores como los genéticos, ambientales y ocupacionales.

Si un familiar directo tiene asma, usted tiene más probabilidades de presentarla.

La “atopia”, la tendencia genética de presentar una enfermedad alérgica, puede tener un papel significativo en la aparición del asma alérgica. Sin embargo, no todos los casos de asma son casos de asma alérgica.

Estar expuesto a elementos en el ambiente (moho o la humedad, ácaros del polvo y el humo de tabaco) se ha vinculado a la aparición del asma. La contaminación del aire y la infección viral de los pulmones también pueden ser causa de asma.

El asma ocupacional se produce cuando alguien, que nunca tuvo asma, presenta síntomas al estar expuesto a sustancias nuevas en el trabajo.

La estrategia inicial para el tratamiento del asma se estructura de manera progresiva, adaptando el tratamiento al nivel de severidad de la enfermedad en cada momento.

Esto implica ajustar el tratamiento, ascendiendo o descendiendo niveles de intensidad, en función del control de la clínica y de la frecuencia de episodios agudos.