La úlcera venosa normalmente aparece en la región supramaleolar interna, aunque también puede aparecer en la zona externa o ligeramente hacia arriba a la altura intermedia de la pantorrilla. Suelen ser indoloras salvo cuando están infectadas y de tamaño variable.
De forma generalmente redondeadas, ovaladas, aunque pueden ser irregulares, con bordes suaves, algo sobreelevados, de color rojo violáceo y brillante en ocasiones, aunque al hacerse crónicas los bordes se vuelven más pálidos y con cierta induración.
El fondo de la úlcera depende del estado en que se encuentre y de su antigüedad, generalmente son de color rojo por la congestión o por la presencia de tejido de granulación, o amarillento si hay esfacelos o necrosis.
En el tratamiento de las úlceras venosas hay muchísima diversidad bibliográfica, parches de poliuretano, sulfadiazina argéntica, corticoides, alginatos, zinc, pero la primera opción por excelencia, salvo contraindicaciones, es tratar desde un punto de vista etiológico, y aquí la terapia compresiva se lleva el primer premio.
Si hablamos de hipertensión venosa, válvulas incompetentes, extravasación, edema e inflamación, ¿cómo corregimos todo eso en un solo paso? Con terapia compresiva.
Hay situaciones en las que estará contraindicado utilizar terapia compresiva, entre ellas tenemos:
*Pacientes con arteriopatía periférica oclusiva grave con un ITB <0,6 o presión en el tobillo <60 mmHg.
*Sospecha de compresión de un trayecto de by-pass superficial.
*Insuficiencia cardíaca grave NYHA IV o NYHA III si no existe indicación estricta con monitorización clínica y hemodinámica.
*Alergia confirmada al material de compresión.
*Presencia de neuropatía diabética grave con pérdida de sensibilidad o microangiopatía por riesgo de necrosis cutánea, aunque en este caso no estaría contraindicado la utilización de compresión inelástica, ya que en reposo mantendría baja o nula compresión.